Por: José Gregorio Torres
Este mes de agosto para Carache, ha marcado en la historia cultural de nuestro municipio, un saldo lamentable con la triste partida de dos personajes iconos de nuestro patrimonio cultural, ellas son y serán recordadas por siempre, por sus aportes relevantes a nuestro acervo artístico, en el cual se forjaron y se hicieron visibles sus obras como referente de un pasado un presente y un futuro cargado de belleza y amor por lo creado, una de ellas es JUANA RAMONA MONTILLA, artesana, alfarera, locera y ceramista, imaginera, poeta del barro, creadora de las más hermosas y refinadas formas en arcilla, arcilla en la que en su humilde vivienda en Betichope viejo, dejo su referente como una de las últimas loceras ancestrales, ella que en la cotidianidad del día a día, supo transmitir a sus descendientes gran parte de su herencia artística traspasada hasta sus parientes consanguíneos, en tercera generación.
La segunda Mujer icónica que se ha despedido con honores y laureles más astrales que terrenales, es nuestra colega artesana de grandes virtudes tantos como Juana, de valores insuperables en los que destaca también su personalidad afable y cariñosa, adornos que le impregnaron a sus elaborados trabajos manuales, costura, muñequeria artesanal, bordados y tejidos. En esta materia doña AMELIA TERESA CAÑIZALES. Fue algo así como una maestra de su arte y así lo dejó demostrado, durante su paso por la Fundación del Niño, institución donde ejerció como instructora y en la que dejó sus buenos amigos y recuerdos en Carache. Sus colchas o sábanas tejidas bordadas o cocidas con tanto amor, con coloridos retazos en los que muchos compartieron sueños acariciando el arte de sus manos, ella que impregnaba cada una de sus obras con el carisma y afecto familiar de la orgullosa mujer Hatoviejera.
Hoy estas dos icónicas mujeres amas de casa, sencillas, emprendedoras y luchadoras féminas, madonas de siglo veinte y veintiuno, ejemplos de esfuerzo y orgullo de nuestro pueblo Carache, herederas de las más importantes expresiones de nuestra identidad local, regional y nacional, ellas que no desmayaron en las más difíciles circunstancias y sobre sus hombros llevaron la responsabilidad de levantar una generación de hombres y mujeres que hoy también marcan pauta y que representan la continuidad de sus esfuerzos y sacrificios, las y los que también lucen con orgullo sus apellidos Cañizales y Montilla, referente histórico que les perpetúa en el tiempo, por su gran obra que les precede y adorna. Hoy nos unimos a sus familiares, amigos y vecinos para junto con ellos también pedir a Dios por el descanso eterno de sus almas.
