Por Carlos Lozada

En un país donde la crisis económica y el irrespeto a la clase trabajadora son el pan de cada día, la reciente decepción de la masa laboral venezolana al ver el monto de sus aguinaldos nos lleva a preguntarnos: ¿Navidad por decreto? La alegría no se decreta, y mucho menos en un contexto donde los empleados públicos necesitan decretos que realmente mejoren su calidad de vida a través de salarios que cubran sus necesidades básicas de alimentación, salud, educación, calzado, vestido, entre otras.

Actualmente, el sentimiento mayoritario de la clase trabajadora venezolana es de frustración. Ven cómo se deteriora su salario real, cómo se les roba sus prestaciones sociales, y cómo sus jubilaciones y pensiones se convierten en migajas. El mejor regalo navideño que podrían recibir es la eliminación del polémico instructivo salarial de la Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre), que ha sido una herramienta de opresión contra los funcionarios públicos. Millones de empleados, jubilados y pensionados han visto sus ingresos reducidos significativamente por las políticas del gobierno de Maduro.

Lamentablemente, en Venezuela no existe una separación de poderes públicos. El Tribunal Supremo de Justicia, a través de la Sala Político Administrativa y la Sala Constitucional, ha rechazado peticiones de anulación del instructivo, emitiendo decisiones que no benefician al trabajador y perpetuando el entuerto que significa. Otro buen regalo navideño para la clase trabajadora sería el regreso a la discusión y respeto de las contrataciones colectivas, ya que las violaciones al derecho laboral se han hecho sin ninguna base normativa. Se ha pagado nómina con beneficios inferiores a los establecidos en las convenciones colectivas existentes anteriormente.

Una Navidad digna para la clase trabajadora sería la puesta en libertad de los dirigentes sindicales presos por exigir el derecho a la denuncia de los trabajadores del sector público. A través de los malheridos sindicatos, estos líderes han luchado por los derechos de sus compañeros, y su encarcelamiento es una muestra más de la represión sindical que se vive en el país.

Quienes sí tendrán unas buenas Navidades son los empresarios, protegidos por un gobierno que ha vulnerado los derechos y reivindicaciones de las clases trabajadoras. Estos empresarios pagan salarios de hambre, sin respeto alguno por el contexto jurídico plasmado en la Constitución. ¿Cuándo volverá la clase trabajadora a celebrar unas buenas Navidades? Evidentemente, hasta que no se reagrupen las fuerzas motrices de organización de base, disminuidas por la represión sindical, esto no será posible.

Solo los esquiroles que defienden al madurismo se benefician de unas políticas que buscan aniquilar al trabajador. Todavía hay quienes se sienten representados por el autodenominado «presidente obrero». La historia será inclemente con ellos, ya que una vez más, y sin vergüenza alguna, en nombre del socialismo se ha defraudado a millones, hundiendo al trabajador en la miseria. Navidades decretadas no existen.

Foto: Cortesía

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