Por José Gregorio Torres
El estado tiene la obligación y el deber de proteger cualquier especie vegetal y animal que pudiera estar en peligro de extinción, o que como en el caso del Bucare que es un símbolo ecológico de nuestro municipio y del estado Trujillo, para ello y desde la primera Constitución de Venezuela, se han dictado leyes que se refieren a este tema de la protección del ambiente. En el caso de Carache hemos visto cómo cada vez se hace más difícil este trabajo que si a ver vamos desde los años ochenta se intensificó por arte de nuestros legisladores una campaña para lograr detener el ecocidio que hasta los años setenta se venía practicando de manera ilícita y sin ningún castigo para los infractores lo cual dio paso a la famosa Ley del Ambiente, esa misma que hoy es permisiva de una cantidad de desmanes que no dejan más que muerte y desolación en el ambiente, afectando no solo los ciclos naturales y poniendo en peligro de extinción algunas especies locales regionales y nacionales.

El BUCARE es una especie de árbol que se caracteriza por su gran tamaño y por su importancia en las riberas de nuestros principales afluentes, que al igual que las guardas o cañas brava, entre otras cumplen una función de importancia vital para el equilibrio de nuestro ecosistema, además es bueno considerar que es tan antiguo como el mismo valle de Carache y que es su floración motivo que enriquece no solo por el colorido de sus flores, sino también por formar parte de una tradición entre nuestros habitantes quienes al ver las copas floreadas de estos imponentes ejemplares, se preparan para recibir el siclo de lluvia. Pero más allá de su belleza y de su valor histórico y ecológico, forma parte de nuestros emblemas y en tal sentido es un deber de la municipalidad crear instrumentos legales que eviten la destrucción de esta y otras especies por manos inescrupulosas y avariciosas que en su afán de enriquecimiento personal, pasan por encima de los derechos de los vecinos sin medir consecuencias del daño que le están causando al ambiente.
Ojalá que la municipalidad estudie el contenido del escudo de Carache principal emblema oficial que lo representa y promulgue una ordenanza o decreto que oriente y promueva la protección de esta especie vegetal que en mucho requiere de nuestra atención y de esta manera se haga realidad lo que aprendimos en la escuela cuando entonábamos alegres las estrofas del himno al Árbol. «Al árbol debemos solícito amor, jamás olvidemos que es obra de Dios».
Los caracheros fieles a nuestros principios culturales en los que fuimos formados, debemos levantar la voz de alerta ante las pretensiones de algunos empoderados de acabar con lo poco que nos queda de oxígeno y que es suficiente con lo que está pasando con el agua para agregar a nuestra conciencia el no haber hecho nada cuando a tiempo se pudo detener este ecocidio que hoy pretende escudarse en la garantía de la alimentación. Cuando lo que se pretende es la obtención de beneficios para unos pocos, a costa del mal de muchos. Se tenía que decir y se dijo.

