Por Ing. Carlos Lozada
Un largo receso electoral se avecina: hasta el año 2029 no habrá nuevas elecciones. Este período, más que suficiente, debería servir para que todos reflexionemos sobre la urgente necesidad de resolver cinco grandes problemas que afectan a los venezolanos: la crisis económica, la infraestructura obsoleta, los deficientes servicios públicos, la seguridad social deteriorada y el conflicto político.
Todos estamos involucrados en estos problemas. Todos hemos cometido errores. Cuando digo “todos”, me refiero a cada uno de nosotros, incluyendo los dos polos políticos que hoy conducen, por un lado, al gobierno, y por el otro, a una oposición fragmentada. Nadie está exento. Y por eso, todos estamos casi obligados a entendernos, especialmente quienes ejercen liderazgo político.
Recuperar el respeto del ciudadano comienza por tender puentes de entendimiento y conciliación. La historia universal lo demuestra: para salir de las crisis, todos somos necesarios. Japón y Alemania son ejemplos claros de reconstrucción nacional tras momentos devastadores. Chile, más cerca de nosotros, también lo es.
Obviamente, en un proceso de diálogo sincero afloran heridas profundas, rencores, caprichos y todo aquello que nos separa. Pero buscar puntos en común exige que quienes están comprometidos con la solución —desde cualquier bando— tengan la capacidad de sobresalir y liderar frente a quienes se oponen al cambio.
Todos nos equivocamos. Pero no todos debemos seguir el camino del fracaso. Por el país y por las futuras generaciones, urge el diálogo ahora. Seguir postergando el cambio nos arrastra a un laberinto, donde los más perjudicados son las familias trabajadoras venezolanas.
Nadie, absolutamente nadie, tiene la verdad absoluta en sus manos. Es hora de rectificar. Desechemos las ilusiones y pongámonos a trabajar en la reconstrucción de nuestra nación. Así lo pide ese casi tercio de la población que hoy deambula por el mundo, esperando volver a un país que es suyo, donde están los suyos.
¡Vamos a entendernos!
