Por: José Gregorio Torres

Con profundo dolor e impotencia, el pueblo de Carache ve cómo uno de sus adolescentes está pasando por una situación que no solo produce este sentimiento tan cruel, sino también la impotencia de saber que si nuestro querido Francisco viviera en Europa o en alguna otra parte del mundo civilizado, su lamentable padecimiento se hubiese solucionado con solo ser recluido en un hospital público y de primer mundo. Así, sus esperanzas de desarrollarse con toda normalidad, como es su derecho irrenunciable a la salud y a una vida plena, se harían realidad. Pero la realidad de Francisco es la de muchos otros niños: no tuvo la suerte de nacer en otro país ni en el seno de una familia con poder económico suficiente que le permitiera trasladarse fuera de Venezuela, donde la ciencia solo espera por él para atenderlo y darle muchas más esperanzas de vida.

Ya el caso del joven Francisco es suficientemente conocido por los organismos de salud del Estado, a través de los médicos más prestigiosos del país. Las referencias, las más acertadas, determinan la necesidad de que deba ser trasladado con la urgencia del caso hasta España o Italia, donde le pueden practicar su operación de hígado, con la cual le salvarán la vida y con ello también devolverán la alegría a sus padres, quienes solo esperan ese milagro que les permita continuar con su vida normal, más tranquila y aliviada. Estos catorce años han significado para ellos no solo ser padres, sino también enfermeros, médicos y hasta psicólogos para su hijo Francisco. Eso es lo que han padecido esta joven pareja, quienes por su fortaleza espiritual y fe cristiana se han mantenido con la esperanza de que en algún momento aparezca un ángel que permita el milagro de un hígado nuevo para Francisco.

Hospital J.M. de Los Ríos, en Caracas, en donde se encuentra hospitalizado Francisco.

Ahora, cuando ya su estado de salud está en los límites, se encuentra hospitalizado en un importante centro de atención infantil de Caracas, donde los mejores médicos y el personal hacen lo humanamente posible para ayudar a esta pareja y, en especial, a este adolescente con sus inmensas ganas de sobrevivir, de sobreponerse a esta situación que él no pidió, pero que vino con él para acompañarlo como una pesada cruz que comparte con sus progenitores, hoy héroes, quienes durante todo este tiempo no han dejado de luchar al lado de Francisco. El caso es que, mientras una parte de la sociedad derrocha recursos en cosas menos importantes que salvar la vida de un niño y algunos ignoran lo que sucede con nuestros niños, otros, con mayor sensibilidad, nos limitamos a compartir el dolor y la impotencia que produce ver cómo se van agotando las maneras de ayudar a esta joven familia para que logre salir del país y de esta manera salvar la vida de Francisco. Solo nos queda seguir pidiendo a Dios para que aparezca el ángel que hará posible que Francisco logre sobreponerse a esta lamentable situación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *