Por JoséMa Escalona | El Impulso
La Conferencia Episcopal Venezolana ha revelado detalles poco conocidos sobre la vida personal de José Gregorio Hernández Cisneros, destacando su profunda capacidad para la amistad y su activa participación en la vida social de la Venezuela de finales del siglo XIX.
El octavo capítulo de la serie audiovisual «El Camino a la Santidad» lo presenta como un joven culto y cercano, cualidades que cultivó desde sus años de infancia. Se menciona su paso por el Colegio Villegas de Caracas, donde aprendió a tocar el piano y a forjar lazos sociales, siendo recordado como una persona «muy simpática y cercana».
Elegancia y convicción espiritual piritual
La narración lo describe como un hombre elegante, alegre y buen conversador que, aunque despertaba admiración y atracción —como el enamoramiento de una joven llamada Inés—, su corazón ya estaba firmemente entregado «a la fe, al servicio y a Dios».
Prueba de su vida social, sin que esta lo distrajera de su vocación, son los episodios en los que se le ve disfrutando de fiestas. Se relata su asistencia a un baile de Navidad en Valera en 1888, donde bailó hasta tarde con una pareja de apellido Salinas, y su posterior encuentro con la joven María Reimi, de la que quedó «encantado con su conversación».
Aun así, el material audiovisual enfatiza que «nada lo desvió de su camino espiritual», un principio que mantuvo incluso al asistir a eventos de alta esfera política, como el baile de gala de Año Nuevo en Mérida, al que fue invitado por el entonces gobernador Carlos Rangel Garbiras.
El valor de la amistad para el Beato
El programa subraya la importancia de la amistad para el beato, citando una carta enviada a su cercano amigo Santos Aníbal Dominici, donde el Dr. Hernández reflexiona sobre el propósito de las relaciones sociales: «Las amistades son para que produzcan beneficio, o por lo menos deben ser indiferentes, pero de ninguna manera para que den malos resultados.»
Esta visión le permitió mantener un círculo de amistades que abarcaba desde médicos, músicos y estudiantes, hasta obispos y sacerdotes. Destaca, además, su capacidad para el trabajo colaborativo a pesar de las diferencias, mencionando su vínculo profesional con el Dr. Luis Razetti, con quien laboró por el bienestar del país más allá de sus distintas ideologías.
El periodista Francisco de Sales Pérez capturó la esencia de su carisma en El Cojo Ilustrado al afirmar: «Quien trate al Doctor Hernández no puede dejar de apreciarlo.»